CARTOGRAFIAS DE LA MEMORIA

Cartografías de la memoria nace de una observación íntima del universo interior y su relación con el entorno. Cada anillo representa una etapa vivida, una decisión, un instante irrepetible. Usando recortes de libros enrollados en espiral, la obra traza un mapa emocional del ser: capas de memoria, conocimiento y transformación. Reflejan el paso del tiempo, las huellas del entorno y el viaje constante del alma hacia la expansión, invitando al espectador a conectar con su propia historia.

Cartografías de la Memoria nace de una observación íntima del universo interior y su relación con el
entorno. Esta serie de obras orgánicas se inspira en la complejidad del ser humano y en cómo las
decisiones que tomamos forman parte de un todo interconectado, hecho de capas, vivencias y vínculos.
Cada persona va tejiendo su propia memoria, así como cada anillo va trazando su forma única.

La obra actúa como un espejo: absorbe y refleja las experiencias, emociones e información que se
imprimen en nuestro ser. El espiral representa el trayecto de la vida, con su inicio y su fin, pero también
con ciclos que se repiten, se transforman, se abren y se cierran. Somos la suma de los fragmentos que
hemos vivido.

Cada anillo representa una etapa recorrida, una decisión tomada, un momento que nos ha moldeado.
Ninguno es igual: cada uno abre paso a una experiencia irrepetible, sumando una nueva capa a nuestra
historia. Estas capas se manifiestan en colores y grosores distintos; ninguna es igual de intensa, ni de
vívida.

La elección de trabajar con recortes de libros simboliza que ninguna experiencia parte de las mismas
palabras, ni de los mismos sentimientos. Cada corte en el papel es único, enrollado para formar un anillo
distinto, como lo es cada recuerdo.

La obra invita a reflexionar sobre cómo cada quien percibe la vida a través de su propio lente: lleno de
emociones, colores, texturas y aprendizajes. Cada etapa tiene su tono, su peso, su forma. Cada anillo narra
un momento, una transformación, un crecimiento. Como los anillos de un árbol o los estratos de la tierra,
estas capas revelan una vida vivida con atención e intención: tejida de pasiones, logros, dudas y
revelaciones.

La espiral simboliza que todo viene y se va. Que el interior de una persona está hecho de sus encuentros,
reencuentros, esperanzas, vínculos y pasatiempos. Hay momentos de alegría, otros de tristeza; momentos
livianos y otros pesados. Pero siempre sobre una base sólida y un camino en constante expansión.
Por eso decidí trabajar con páginas de libros: contienen la información que recibimos, que guardamos y
que nos forma. Representan lo que nos nutre, lo que elegimos conservar, y también lo que decidimos dejar
atrás. Las cartografías se convierten así en representaciones visuales del espiral de tiempo, información y
memoria que habita en cada ser humano.

Actúan como registros del paso del tiempo, del conocimiento interno, de la expansión de la conciencia y
de nuestra conexión con el universo: físico, interno y metafísico. Quiero que mi obra refleje las huellas
del entorno, las decisiones tomadas y la constante evolución del ser. Porque cada instante, cada encuentro,
cada oportunidad deja una marca en nuestra alma, revelando cómo vivimos, cómo sentimos y cómo nos
relacionamos con el mundo.

Al contemplarla, uno se reconoce en esos ciclos. Cada anillo es una elección, un punto de inflexión, un
giro que define el rumbo. Algunos caminos se cierran, otros se abren, guiados por la esperanza de haber
elegido bien.

Uno nunca sabe cómo va a terminar la forma del anillo ni de la espiral. El tronco de nuestra existencia se
moldea con cada decisión, en formas y tiempos siempre distintos. No hay una forma igual a otra. Todo es
único —como lo es cada vida, cada ser, cada historia.